La Autoridad se delega, la responsabilidad se comparte


delegacion

Me pareció interesante hacer una distinción entre estas dos palabras que muchas veces se prestan a confusión en el uso de las mismas y en la incomprensión en su implementación, especialmente en ámbitos laborales.

Autoridad y responsabilidad son términos que se encuentran ligados pero son diferentes unos de otros, veamos:

La autoridad consiste en el derecho a mandar y en el poder de hacerse obedecer. Es un derecho que la organización le otorga formalmente a los supervisores y a la vez, es un poder que si bien  otorga la organización, está condicionado a la capacidad de cada persona en particular.

La responsabilidad  es la obligación de cumplir lo ordenado, es la consecuencia natural de la autoridad. Es un valor que está en la conciencia de la persona que le permite reflexionar, administrar, orientar, analizar y valorar las consecuencias de sus actos. Se establece la magnitud de las acciones y de cómo afrontarlas de la manera más positiva e integral.

Una organización está basada en el establecimiento de relaciones de autoridad y consecuentemente, de responsabilidad y es allí donde considero que surge la principal confusión por parte de los directivos en el momento de implementarlas, sobre todo en el tema de la delegación.

Muchas veces en el ámbito laboral encontramos personas que delegan tareas asumiendo que al hacerlo ya no depende de sí mismo el resultado final de aquella. Se “descartan” de una tarea asignada y se olvidan de la consecución exitosa de la misma. Luego si los resultados no son los esperados, se sienten en condiciones de reprochar ante la situación y a evadir la responsabilidad del asunto como si no se encontrara involucrada en ella. En estos casos, dichas personas consideran que delegaron la responsabilidad del hecho, manteniéndose al margen de los resultados.

Frecuentemente escuchamos hablar de delegación de responsabilidad y esto creo yo, constituye una forma de protegerse ante los resultados no deseados de los hechos, de evadir las consecuencias y no hacerse cargo de lo sucedido. En función a la definición que vimos, delegar responsabilidad carece de sentido, porque la responsabilidad es la obligación personal de cumplir una misión asignada, no puede delegarse, es algo personal.

Lo que si puede delegarse es la autoridad para que las personas desarrollen las tareas asignadas en su lugar de trabajo y exigirles la correspondiente responsabilidad. Un superior, delega parte de su autoridad (de lo contrario perdería la condición de superior) y el poder que esto le confiere está condicionado a la capacidad de cada uno para evaluar cuanto es lo que se delega.

Me parece importante tener en cuenta dicha distinción para no caer en la práctica incorrecta mencionada anteriormente. Podemos tener total autoridad dentro de la organización, contribuir al funcionamiento de la misma y consecuentemente seremos responsables por los resultados obtenidos. Al no poder realizar todo el trabajo asignado, podemos delegar parte de la autoridad conferida en nuestros subordinados, teniendo presente que seremos responsables de los resultados.

«Yo tengo la autoridad para delegar y la utilizo» pero  siendo conscientes  que la responsabilidad en última instancia siempre va a ser mía (o compartida) respondiendo ante las consecuencias de tal decisión.

 

Fuentes:

http://www.managershelp.com/la-autoridad.htm

https://es.wikipedia.org/wiki/Responsabilidad

http://managementsiglo21.blogspot.com.ar/2011/02/autoridad-y-responsabilidad.html

Una respuesta a “La Autoridad se delega, la responsabilidad se comparte

  1. El problema de la delegación de la autoridad es que frecuentemente se utiliza para desentenderse de los riesgos asociados a la responsabilidad, trasladando a los subordinados una carga de responsabilidad compartida que los compromete sin poder evitarla. Un ejemplo dentro de un procedimiento: «Es responsabilidad del jefe de departamento autorizar la detención de la producción o de quién él asigne para dicho fin», creo que eso es una dualidad incompatible con espíritu de las responsabilidades de mando porque otorga la posibilidad al responsable original de poner sobre los hombros de sus subordinados una responsabilidad que de origen no debiera corresponderles.

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